Camino
sobre la faz de la luna, en mis sueños y con los ojos abiertos. Pensando en la
soledad del conejo que todas las noches me sigue desde su lado del espejo.
Es verdad lo que dicen; parece que aquí todo reposa con
quietud; con gracia. La arena no se precipita sobre mis ojos, que en la Tierra
siempre se duelen enrojecidos y cubiertos de lágrimas. El aire de la luna no me
hace suspirar, no siento mi pecho oprimido. Creo que si respiro profundamente
comenzaría a flotar... ¡Mi cuerpo es tan ligero!
Antes imaginaba, pero ahora me convenzo, que fue bueno
visitar a mi amigo conejo, y aunque aún no consigo verle, sé que está aquí;
tímido de mi improperio, asustado o tal vez molesto. No se debe ir al lugar de
nadie sin convenirlo a buen tiempo.
Él permanece escondido en la blanca arena, observándome con
sus ojos de perla; se encuentra pensando que mis motivos no son razones para
violentar su calma; para dejar a un lado su tristeza. ¿Acaso no existe lugar
donde pueda abrazar la miseria y dejar migajas de lástima esparcidas sobre la
mesa?
¿Acaso no vengo buscando lo mismo? ¿No estoy huyendo del
bullicio que me juzga y me atemoriza? Soy invasor de su espacio. Mendigo la
misericordia de su aislamiento, y suplicaré de ser necesario porque no deseo
volver sobre mis pasos. Los cazadores que le ahuyentaron también me están
esperando, no importa cuánto corra, sus disparos certeros romperán mi corazón
maltrecho, cortarán mis brazos y piernas, y mi alma, pendiendo de un llavero;
servirá para un insignificante recuerdo.
¿Por qué estás aquí, amigo conejo? ¿Escuchaste al viento
cantar con miedo y amargura de aquellos pobres hombres que un día caminaron
muertos, con los ojos abiertos y creyendo que sus sueños son la esperanza
verdadera? ¡Hombres que fallecen cubiertos con mortajas de resentimiento!
Permite quedarme amigo conejo, a la sombra de tu voluntad
piadosa; en la otra cara de tu luna blanca. Comparte conmigo la confortable
insensibilidad del espacio para que pueda contemplar en silencio las estrellas.
No necesitas compañía, lo sé; sin embargo, tarde o temprano alguien vendrá a
poner luces en la oscuridad de tu casa, sin tu consentimiento.
Yo
sólo tolero tu reflejo y también he visto que sólo asientes visitar éste, mi abismo,
al cual me siento tan comprometido que salir de él no consiento. Pero si en tu
casa me recibes, te prometo que a los hombres veremos nacer, vivir y morir
desde nuestro sueño infinito; fuera del tiempo. Cada quien en su parte de luna;
tú, desde su cara blanca, y yo desde la soledad oscura.Jorge López García
"El Malevólico"
¡¡¡¡Precioso !!!...............Me encanta tu forma de escribir, como manejas y entrelazas las historias y las conviertes en magicas palabras.............Un abrazo!!!!
ResponderBorrarholaaa bueno al menos se ve que sí se puede dejar comentarios jejeje... me alegra que te guste amiga... aún me queda mucho por aprender...
ResponderBorrarabrazos...
Qué encanto, pequeño male...
ResponderBorrar"¿No estoy huyendo del bullicio que me juzga y me atemoriza?"
Creo que si, pues me entero de este, tu sitio, ahora.
Abrazos, pequeño
Por eso mismo escogí esa leyenda querida amiga... me siento algo lastimado y confundido... pero a pesar de mi desvarío, te mando un abrazo enorme y un beso...
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