miércoles, 29 de enero de 2014

El veredicto


Te vieron los mirlos
cosechar la fruta fresca,
llenar el cántaro de promesas
y volver temprano de la ronda,
mientras soñando, te esperaba.

Te sintieron bailar los grillos
y tus pasos, con jolgorio,
se acompañaban furtivos
del sabor de la traición.
¿Quién lo hubiera visto?

Del alarde a la mueca
se desfiguró la rosa altiva
que coronaba nuestro jardín;
hubiese sentido vergüenza,
pero sabía de ti con antelación.

En aquella primera siembra
apareció él, delante de los rosales;
cautivando con lujuria y labia,
y la tierra supo de tu deseo
en la sangre que cayó por error.

Ahora se presentan los ecos
detrás de tu sonrisa descarada,
reviviendo las caricias más sentidas.
Y soberbios son tus pasos hacia la alcoba
donde el triunfo te sería robado.

Sabía nuestra solitaria cama
que sobre su fría cubierta
dejaría un video y la despedida,
porque yo también sabía
del lugar donde me traicionaste.

Fueron testigos los muros
de los lamentos por tus hijos,
el papel del divorcio probó tu llanto
y los muebles padecieron en silencio
la maldición y fuerza de tu rabia.

Y con estos testigos imparciales
y aquella cinta de tu debut de cine,
me retiro sin culpa alguna
pues la potestad la conservo yo,
que sea Dios quien sentencie tu destino.



Jorge López García
"El Malevólico"


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